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“En la vida hay que morir de algo. Y a mí me gusta fumar”

  • Por: Fabricio Hurtado
  • 27 may 2016
  • 3 Min. de lectura

“Toma la fosforera, una imitación de zippo. Coloca el cigarrillo en su boca. El fuego del encendedor se aproxima y quema el papel que envuelve el tabaco molido. Aspira fuerte y la punta del cigarrillo se enciende como las llamas del infierno.”

Foto de referencia

A quien se llamará Ramiro por petición de anonimato. Joven taciturno, alto de piel blanca y de contextura ancha. Lleva barba y cabellera larga. Él baja del bus, corredor Sur Occidental, camina como dando zancadas por la avenida Patria, al norte de Quito. Ramiro va rumbo a su trabajo como docente en un pre-universitario al que no quiere referirse.


La mano robusta, sudorosa y colorada se dirige torpemente al bolsillo de su chaqueta de cuero. Ramiro toma una cajetilla de cigarrillos en la que se puede observar unos pulmones negros y putrefactos. Él detiene el paso para realizar correctamente el procedimiento. Toma la fosforera, una imitación de zippo. Coloca el cigarrillo en su boca. El fuego del encendedor se aproxima y quema el papel que envuelve el tabaco molido. Aspira fuerte y la punta del cigarrillo se enciende como las llamas del infierno.


- ¿Cuántos cigarrillos fumas al día? Pregunta el periodista.


Ramiro separa el cigarrillo de su pequeña y delgada boca que caricaturiza el rostro del fumador. Una nube de humo escapa, disipándose en el aire y smog de la avenida quiteña.


- Loco a veces fumo menos de dos cajetillas. Otras veces fumo más de dos. Por eso y redondeando dejémosle en dos cajetillas. Entre risas respondía al periodista.


Ramiro comenta que gana alrededor de 400 dólares mensuales en su trabajo. De allí, él administra su dinero para: gastos en la universidad, apoyar a su madre en los gastos del hogar y salir con sus dos hermanos a pasear, comer, distraerse los fines de semana, algo que realiza religiosamente. Esto le deja con lo justo para comprar sus tabacos, considerado vicio para algunos y un deleite para el joven.


Dolores, madre de Ramiro, explica que está totalmente de acuerdo con el incremento en los precios de las bebidas azucaradas, bebidas alcohólicas, pero sobre todo, en los cigarrillos. Ella mantiene la esperanza que, el incremento al valor de los cigarrillos sea un motivo para que su hijo deje de fumar la cantidad que consume a diario.


Ramiro piensa que, “en la vida hay que morir de algo. Y a mí me gusta fumar”. Él comenta que respeta los lugares donde no se permite fumar, que son muchos según el joven. Y que de la misma manera como existen lugares de diversión para no fumadores, debe existir lugares para fumadores, pues así piensa que, habría más equidad.


El martes 26 de abril en la Asamblea Nacional del Ecuador se aprobó la Ley para el Equilibrio de las Finanzas Públicas, que el gobierno presentó el 30 de marzo del 2016. 93 votos a favor, 29 en contra y 3 abstenciones. Según la publicación de diario el Universo del 26 de abril del 2016.


Foto tomada de la pagina Web:www.cdn.com.do

El joven fumador dice, con respecto a la nueva ley aprobada en la Asamblea Nacional, que lamentablemente tendrá que recortar al máximo sus gastos y no le quedará más opción que, dejar a sus hermanos sin el paseo de fin semana. Ramiro con el tono de voz resignado y la mirada baja dice, “para algunos el incremento en el precio es poco, pero a mí me representa hasta el último centavo”.


Ramiro se despide del periodista, pues va tarde a su empleo. Cruza La Patria se confunde entre las personas que van presurosas a sus labores diarias. Entre los ruidos producidos por los pitos de los autos, los vendedores ambulante que vociferan por mitad de las vías, los ruidos de los buses y su smog, Ramiro se confunde con su caminar.

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